Monday, January 05, 2009



CUANTAS VECES HAY QUE REPASAR UNA CATEDRA PARA SABER, POR COMPLETO, LO QUE LLEVA DENTRO. DENLE LAS VUELTAS QUE SEA NECESARIO; PARA APRENDER A ESCRIBIR, PARA APRENDER A DAR UN PASO, PARA SABER COMO DAR UN GOLPE: QUE CADA QUIÈN ESCOJA, SOLO QUE NUNCA OLVIDEN: EL QUE ESCOGE ... NO COGE.

- ¿ Y bien? ¿Tiene algún comentario?
El patròn ignorò mi tono vagamente hostil y sonriò pacientemente.
- el trabajo es excelente.
- Pero …
- Si tuviera que hacer una observación serìa que creo que usted ha dado en el clavo al construír toda la historia desde el punto de vista de un testigo de los hechos que se siente vìctima y habla en nombre de un pueblo que espera a ese salvador guerrero. Quiero que continùe usted por ese camino.
- ¿no le parece forzado, artificioso …?
- Al contrario. Nada nos hace creer màs que el miedo, la certeza de estar amenazado. Cuando nos sentimos vìctimas, todas nuestras acciones y creencias quedan legitimadas, por cuestionables que sean. Nuestros oponentes, o simplemente nuestros vecinos, dejan de estar a nuestro nivel y se convierten en enemigos. Dejamos de ser agresores para convertirnos en defensores. La envidia, la codicia o el resentimiento que nos mueven quedan santificados, porque nos decimos que actuamos en defensa propia. El mal, la amenaza, siempre està en el otro. El primer paso para creer apasionadamente es el miedo. El miedo a perder nuestra identidad, nuestra vida, nuestras condiciòn de creencia. El miedo es la polvora y odio es la mecha. El dogma, en ùltimo tèrmino, es solo un fosforo prendido. Ahí es donde creo que su trama tiene algún que otro agujero.
- Aclaremos una cosa. ¿busca usted fe o dogma?
- No nos puede bastar con que las personas crean. Han de creer lo que queremos que crean. Y no lo han de cuestionar ni escuchar la voz de quièn sea que lo cuestione. El dogma tiene que formar parte de la propia identidad. Cualquiera que lo cuestione es nuestro enemigo. Es el mal. Y estamos en nuestro derecho, y deber, de enfrentarnos a èl y destruirle. Es el ùnico camino de la salvaciòn. Creer es sobrevivir.
Suspirè y desviè la mirada, asintiendo a regañadientes.
- no le veo convencido, Martín. Dígame que piensa. ¿cree que me equivoco?
- No lo sè. Creo que simplifica las cosas de un modo peligroso. Todo su discurso parece un simple mecanismo para generar y dirigir odio.
- El adjetivo que usted iba a utilizar no era peligroso, era repugnante, pero no se lo tendrè en cuenta.
- ¿por què debemos reducir la fe a un acto de rechazo y obediencia ciega? ¿ no es posible creer en valores de aceptación y concoridia?
El patròn sonriò divertido
- es posible creer en cualquier cosa, Martín, en el libre mercado y en el ratoncito Pèrez. Incluso creer que no creemos en nada, como hace usted, que es la mayor de las credulidades. ¿tengo razòn?
- El cliente siempre tiene la razòn. ¿cuál es el agujero que ve usted en la historia?
- Echo de menos un villano. La mayorìa de nosotros, nos demos cuenta o no, nos definimos por oposición a algo o alguien màs que a favor a algo o alguien. Es màs fácil reaccionar que accionar, por asì decirlo. Nada aviva la fe y el celo del dogma como un buen antagonista. Cuanto màs inverosímil, mejor.
- Habìa pensado que ese papel podìa funcionar mejor en abstracto. El antagonista serìa el no creyente, el extraño, que el està fuera del grupo.
- Si, pero me gustarìa que concretase màs. Es difícil odiar una idea. Requiere cierta disciplina intelectual y un espìritu obsesivo enfermizo que no abundan. Es mucho màs fácil odiar a alguien con un rostro reconocible a quien culpar de todo aquello que nos incomoda. No tiene por què ser un personaje individual. Puede ser una naciòn, una raza, un grupo … lo que sea.
El cinismo pulcro y sereno del patròn podìa hasta conmigo. Resoplè, abatido.
- no se haga ahora el ciudadano modelo, Martín. A usted le da lo mismo y necesitamos un villano en este vodevil. Eso lo deberìa usted saber mejor que nadie. No hay drama sin conflicto.
- ¿què clase de villano le gustarìa usted? ¿un tirano invasor? ¿un falso profeta? ¿el hombre del saco?
- Le dejo el vestuario a usted. Cualquiera de los sospechosos habituales le viene bien.
- Una funciòn de nuestro villano debe ser permitirnos adoptar el papel de vìctima y reclamar nuestra superioridad moral. Proyectamos en èl todo lo que somos incapaces de reconocer en nosotros mismos y demonizarmos de acuerdo a nuestros intereses particulares. Es la aritmetica bàsica del fariseìsmo. Ya le digo que tiene usted que leer la Biblia. Todas la respuestas que busca estàn allì.
- En eso estoy.
- Basta convencer al santurrón de que està libre de todo pecado para que empiece a tirar piedras o bombas, con entusiasmo. Y de hecho no hace falta gran esfuerzo, porque se convence solo con apenas un mìnimo de ànimo y coartada. No sè si me explico.
- Se explica usted de maravilla. Sus argumentos tienen la sutileza de una caldera siderùrgica.
- No creo que me gsute del todo ese tono condescendiente, martín. ¿acaso le parece que todo esto no està a la altura de su pureza moral o intelectual?
- En absoluto – murmurè, pusilánime.
- ¿què es entonces lo que le hace cosquillas en la consciencia, amigo mìo?
- Lo de siempre. No estoy seguro de ser el nihilista de necesita usted.
- Nadie lo es. El nihilismo es una pose, no una doctrina. Coloque la llama de una vela bajo los testículos de un nihilista y comprobarà què ràpido ve la luz de la existencia. Lo que a usted le molesta es otra cosa.
Levantè la mirada y rescatè el tono màs desafiante que era capa de usar mirando al patròn a los ojos.
- a lo mejor es que puedo entender todo lo que usted dice, pero no lo siento.
- ¿le pago para que lo sienta?
- A veces sentir y pensar es lo mismo. La idea es suya, no mìa.
El patròn sonriò en una de sus pausas dramàticas, como un maestro de escuela que prepara la estocada letal con que acallar a un alumno dìscolo y malcarado.
- ¿y què siente usted, Martín?
La ironía y el desprecio que habìa en su voz me envalentonaron y abrì la espita de la humillación que habìa acumulado durante meses a su sombra. Rabia y vergüenzade que me hubiese demostrado que, aunque yo preferìa creer que cuanto habìa en mi era desesperanza, mi alma era tan mezquina y miserable como su humanismo de alcantarilla. Rabia y vergüenza de sentir, de saber, que siempre tenia razòn, sobre todo cuando màs dolìa aceptarlo.
- le he hecho una pregunta, Martín. ¿què siente usted?
- Siento que lo mejor serìa dejar las cosas como estan y devolverle su dinero. Siento que, se lo que sea lo que se propone con esta absurda empresa, prefiero no formar parte de ello, y, sobre todo, siento haberle conocido.
El patròn dejò caer los pàrpados y se sumiò en un largo silencio. Se volviò y se alejò unos pasos en direcciòn a la puerta de la necrópolis. Observè su silueta oscura recortada contra el marfil de mármol. Y su sombra inmóvil bajo la lluvia.

EL JUEGO DEL ÀNGEL.
Pàginas 374, 375, 376, 377, 378.
Carlos Ruìz Zafòn
edt. Planeta.

SALUDOS.

2 comments:

Dolores Garibay said...

Hola mi querido Arcángel,

Con cinco días de atraso... más vale tarde que nunca:

¡FELIZ AÑO!

En San Cristobal compré un libro de Zafón nomás porque me acordé de ti.

Besos y abrazos chilangos :)

Jorge Hill said...

Joder! mi hermano... me recordaste a cualquier plática pre-proyecto con cualquier señor don productor.

Y en fín, que no sé si de plano si se escoge no se coge, pero con mucha paciencia, más que la que el instinto nos da, al final coge, coge más rico... o ya estoy como el chapulín colorado. Otra buena fue en este año nuevo cortesía del buen JC "El que no sabe cocinar, no sabe coger"... y pos no creo, pero algo de realidad tienen las dos.