Saturday, May 22, 2010



ASÌ COMENZÒ TODO ...

La mirè a lo lejos, perdida entre la gente, dudosa que mi paciencia fuera suficiente para aguantar los casi 50 minutos que tenìa de retrazo; yo, supe de inmediato que era ella, pero no tuve prisa, a lo lejos sus pequeños y delicados ojos enmarcados por un ejercito de negras y tupiditas pestañas se ocultaban completamente en unos anteojos oscuros, su retadora melena paseaba libremente por la explanda del Palacio de Bellas Artes, refresacàndose apenas en cada movimiento de su cabeza tratando de dar con mi paradero, es bien cierto, que no habìa ni siquiera una pequeña corriente de aire que aliviara la pesadez de ese sol que caìa a plomo y que por primera vez compartiamos, ella y yo. Su blusa era floreada, de tonos amarillos y marrones, ligera, sencilla y sin duda elegante, caìa con fuerza sobre sus hombros y desde ahi enmarcaba la presencia de unos senos de tamaño justo y apetitoso perfìl, que se mostraba cada vez que miraba de un lado a otro, con la duda de que si al final ... me habìa largado. El pantalòn era de una mezclilla sabatìna, que para envidia de todos los presentes, cobijaba sus dos hermosas piernas y acentuaba cada rincòn donde los espacios se vuelven un poema inalcanzable, una prosa profana o una novela que nunca es lo suficientemente larga para poder apreciarla por completo ... Sacò su celùlar y comenzò a marcar, seguro no era a mi ya que no tenìa mi nùmero, al final, mire la delicadeza de sus pies, que gracias a la acciòn de dos pequeños "guarachitos", curisos y coquetos, se mostraban unos deditos que parecian de porcelana y me invitaban a llevarlos a mi boca como si fueran caramelos. Suspirè, mirè el reloj, estaba seguro que era ella, aun màs cuando, como si fuera un escudo o una pancarta para anunciar el siguiente round, mostrò tratando de ser discreta un cartoncillo que ensalsaba el pretexto que nos llevò a conocernos, vernos, sabernos, leernos, vivirnos y muy pronto ... sentirnos. Caminè en lìnea recta, como si algo me jalara con fuerza y me invitara a colocarme muy cerca de su cuerpo que seguìa girando hacia todas partes, de pronto, me descubriò, me abriò los brazos cuando se percatò que los mìos le pedìa que se dejara abrigar por primera vez: Se colgò de mi cuello en correspondencia total a mi abrazo, mi boca sin demora apuntò a la suya, apenas se tocaron, pero sin duda, ambas se quedaron sorprendidas con el sabor y la ternura de la otra, como si se conocieran de tiempos ìdos, de otras vidas, de otras roturas, de otros besos. Sonriò, fue la primera sonrisa que me dedicaba y mi rostro acerado sintiò la necesidad de corresponder con su mejor esfuerzo. Caminamos juntos y justo al salir de la explanada, sin siquiera sentirlo, ya tenìa mi mano cubriendo la suya, me mirò al sentir el calor de todo mi ser que se concentraba en cinco dedos. Asì comenzò todo ...

SALUDOS.