Tuesday, February 17, 2009



SIGO COCINANDO MUJERES A LA MEXICANA.

En las investigaciones realizadas para mi proyecto de serie apegada a la mitologìa Maya, he estado estudiando unos libros maravillosos, no solo por su contenido crìtico, sino, tambièn por su lenguaje poetico: LOS INDIOS DE MEXICO del maestrazo Fernando Benìtez, es un verdadero agasajo cursar cada pàgina e ir desgranandola como un tierno elote con el que vamos a armar una tortillas del comalito, para unos sendos tacotes rebozantes de contenido caliente del chile, lloron de la cebolla y sangrante del jitomate.




Era domingo. Las estrellas ardìan en el cielo colmado de vida. El portal iluminado del ayuntamiento de Motul se habìa arreglado para el baile. En un rincòn, la orquesta. Llegaban las mestizas con huipiles bordados. Viejas y jovenes ocupaban las sillas, en racimos, y charlaban bajito, con las piernas cruzadas, levantando la falda de encajes y arreglàndose los moños de listones encedidos. Las frescas caras redondas y los ojos orientales alternaban con los rostros arrugados y expresivos de sus madres y de sus abuelas. Cien, doscientas, trescientas mujeres se distribuìan entre la doble columnata y llenaban todos los asientos disponibles, mientras los hombres se hallaban parados en la acera, frente a la barrera que separaba el portal de la plaza. La orquesta tocaba si cesar. El director, un hombre delgado que a veces rascaba un violìn y a veces emitìa dulzones maullidos a travès de un saxofon, veìa con inquietud la puerta de entrada.
¿Acaso los hombres no bailan? le preguntè a uno de ellos.
A los hombres nos cobran cinco pesos y casi ningùno de nosotros tiene dinero. En cambio las mujeres entran sin pagar.
[...] Me fui a cenar y regresè dos horas màs tarde. Diez hombres, los ricos del pueblo, con chaquetas oscuras y los cabellos untados de pomada, y diez señoritas de cursis vestidos modernos bailaban rodeados de mestizas inmòviles. Para estas, ataviadas como unas reinas, ya habìan sonado las doce de la noche y debìan volver a la cocina sin que sus amados hubieran logrado abrazarlas dulcemente. Los sueños del amor resbalaban con las estrellas de la noche de Motul. Aquel baile era un poco el destino de las muchachas provincianas: esperar ataviadas toda la vida al hombre que no llega.

Fernando Benitez.
Los indios de Mèxico.
tomo 4
Biblioteca Era, Serie mayor.

Asì son como me gustan las mujeres: MUJERES MUY A LA MEXICANA.

SALUDOS.

1 comment:

Phantom Lord said...

Creo sin duda que la maya fue una civilizacion cuyo legado aun no terminamos de comprender y que debería llenarnos de orgullo, mas que una secrecion nacional, o boxeadores que pierden batallas decisivas. Debes estar ante algo muy importante para investigar aspectos importantes del legado ancestral. Me parece excelente, ojalá luego nos puedas arrojar mas luz sobre tu nuevo proyecto.
Y aqui sigo, Arc, visitando como antes
Saludos!